Nuevas miradas sobre incendios forestales Convivir con el fuego

Al hilo de los grandes incendios forestales que ya se han producido este año en el Estado Español, conviene ir revisando nuestras miradas, opiniones, posturas sobre el tema. Un interesantísimo artículo de Ferràn Dalmau, ingeniero forestal y especialista en incendios pone el foco en la mirada del urbanita hacia el mundo rural y en la gestión de los bosques como solución para un problema que no es el de los incendios. Los incendios son, en su opinión, un síntoma de un problema más profundo, el de un ecosistema forestal que crece -pese a los incendios- descontrolado y sin una gestión fruto del abandono de las expotaciones rurales, principalmente agricultura y ganadería.

Algunos párrafos de interés:

El problema real es que los incendios forestales están cambiando. A peor. De hecho, empezaron en invierno (desestacionalización del riesgo) y desgraciadamente “sólo” son el síntoma de una enfermedad mucho más grave: la forma en la que el mundo urbano se ha desentendido de los espacios rurales y periurbanos, el cambio climático, el despoblamiento y el abandono rural.

Cada vez que se abandona una explotación ganadera o un campo de cultivo que lleva siglos produciendo bienes y servicios para la sociedad, el fuego se acerca a las zonas pobladas. El antiguo cinturón de seguridad (las áreas de cultivo) que abrazaba las zonas pobladas se ha desabrochado. Y cada día vamos más rápido. Si no se toman medidas, pueden imaginar el desenlace.

Los incendios forestales en la actualidad son la consecuencia de una política de gestión del territorio que ha desplazado la mayor parte de la sociedad a las ciudades. Según datos recogidos en el Informe sobre Desarrollo Humano de la ONU (2018), el 54,8% de la población mundial actual reside en áreas urbanas. En 2050 se estima que llegará al 66%. Pero el caso occidental es mucho más sangrante. En el Estado Español el 80,1% de la población ya es urbana. Además la población rural está cada vez más envejecida, y esto tiene consecuencias.

A pesar del éxodo, el territorio continúa siendo mayoritariamente agroforestal / rural, todo y el desarrollo urbanístico de los últimos años. A pesar de que entre 1987 y 2000 la superficie artificial en España aumentó un 30%, según el Instituto Geográfico Nacional solamente un 2,1% del territorio está ocupado por suelo artificial (incluyente suelo urbano, infraestructuras de transporte, zonas de extracción minera, vertederos…). El resto, es mayoritariamente forestal, o agrícola. A pesar de que los ecosistemas rurales y agroforestales son mayoritarios, y en general más sostenibles que los urbanos, es el poder concentrado en las ciudades el que determina el futuro del mundo rural. Y, desgraciadamente, no siempre con criterios acertados.

En el caso concreto del territorio valenciano, según datos de la Generalitat Valenciana, más del 56% de la superficie es forestal. En la actualidad gozamos de más de 1.370.000 hectáreas de espacios forestales. Y eso a pesar de que entre 1990 y 2018 ardieron más de 400.000 hectáreas en 13.000 incendios forestales. Sí, sí, ha leído bien. El suelo forestal crece pese a los incendios forestales.

Además, en muchas zonas del Mediterráneo, el abandono rural ha ido acompañado de la proliferación de núcleos residenciales de primera o segunda vivienda en áreas de riesgo. Y claro… al final, sucede lo inevitable. Considerando que Castellón, Valencia y Alicante suman en total (incluyendo suelo forestal, agrícola, urbano, industrial, costas…) 2.325.500 hectáreas, se obtiene un orden de magnitud del problema: En los últimos 35 años se ha quemado el equivalente a 2,5 veces nuestro territorio.

El Mediterráneo es tierra de fuego. Es necesario entenderlo. La Comunitat Valenciana ha ardido, arde y arderá. Incluso aunque se produjese un caso poco probable en el que se redujesen los incendios por causas humanas a cero, seguiría habiendo incendios por causas naturales (tormentas secas). En el periodo 2000 – 2015 se han producido 1.623 incendios por rayo que han quemado 7.779,61 hectáreas. En este dato no está incluido, por ejemplo, el Gran Incendio Forestal de Llutxent quemó cerca de 3.300 hectáreas. De ahí la importancia de aprender a convivir con este vecino incómodo.

Es necesario recuperar sector primario mediante un consumo responsable de productos agrícolas y ganaderos de aquí. Aunque “sean más caros” (lo cual no es cierto en términos de sostenibilidad) su precio lleva implícita la prevención de incendios forestales. Y es necesario, a todas luces, recuperar la Gestión Forestal Sostenible si queremos plantar cara al cambio climático que hemos provocado.

El artículo aquí.

Una entrevista (en català), aquí.